miércoles, 7 de octubre de 2009

DUDA; sospecha y evidencia



He aquí unas diferencias entre quien permite a su razón, mediar entre sus emociones y el mundo que le rodea, y quien con un filtro muy abierto, se conduce mayormente en base a sus sentimientos; llamense; intuiciones, deseos, afectos o/y sentimientos.

No hay nada malo en ello. Mejor dicho, resulta inevitable dejar las emociones fuera de nuestro devenir humano, pero hacerlo sin cerrar lo suficiente el poro de nuestro Filtro-Razón, puede ser igualmente peligroso y nefasto, como el pretender eliminar toda emoción.

El hecho de Dudar es ciertamente, una de las más valiosas herramientas de la lógica que permiten la construcción de la razón. Junto con la evidencia han de conformar, entre muchas otras cosas, la posibilidad de establecer "justicia" en la medida de nuestras posibilidades, de por si limitadas.

A uno de mis mejores y más entrañables amigos, le es prácticamente imposible dejar sus deseos, anhelos, intuiciones y demás emociones, fuera de su accionar cotidiano. Por fortuna es artista, y no médico. ...(mas)

Hay por ahí un loco agitador quien, con loables fines quizás, sufre de un delirio de conspiración, en donde todo lo que no es de su agrado (intuición o sentimiento), ha de ser entonces, un plan en su contra.

Yo creo y confió enormemente en la intuición y la capacidad humana para resolver problemas basándonos en nuestras emociones. Sin embargo, también creo que hay a quienes les gana por mucho "la emoción" y les nubla la vista haciendoles caer en PREJUICIOS. Tal es el caso de la presunta inocencia de un "sospechoso" hasta que se demuestre lo contrario. Quizás, si hay temor de caer en la extrema inocencia, se debe mantener al sospechoso en esa categoria intermedia entre inocente y culpable, para no adelantar ninguna de las dos hasta que se demuestre la evidencia de alguna de las dos.

Un buen ejemplo se muestra en la película de -La Duda -. Hay la percepción de quienes la culpabilidad del cura es evidente, cuando los mismos realizadores de la película manifiestan su intención de mantener esta sospecha como duda, evitando toda posible evidencia de una sobre la otra. Cito al director Patrick Shanley que dice textualmente:

"That's the great thing about this film. Some would say the movie is about a priest wrongly accused of molesting boys and forced to leave his parish by a nun out of control.


Or, It's a about a discerning nun fiercely fighting to protect the children of her parish by driving out the pedophile priest.


To me, there is so much evidence in this movie to support either perspective. What I found most interesting was analyzing why I chose one scenario over another and pinpointing my life experiences that led to my interpretation….


The final act is the one where the audience discusses it with others afterwards and realizes that they watched completely different plays/movie."


Me parece que quien ve la culpa irrefutable del sospechoso, lo hace por - querer verlo culpable-, del mismo modo como quien ve visitas extraterrestres en objetos sospechosos, es porque -tiene un especial afecto por verlos-.
En contraste, quien no ve la culpa tan obvia, ni a extraterrestres, es porque –desea ver evidencias más tangibles de ello.-


Quien ve a Dios en situaciones casuísticas, o de muy baja probabilidad, como por ejemplo donde en un avionazo se salva (milagrosamente) solo una niña, es porque -desea con todo sus sentimientos, sentir la presencia de su Dios-. Quien no lo siente así, es por –querer evidencia de ello.-

En el caso de la película La Duda, yo he encontrado el mensaje principal centrado en el vicio humano de adoptar creencias por afecto a, en lugar de aguardar a encontrar la evidencia. (Aquí una crítica que de C. Bonfil, quien centra su atención en la lucha de poder entre eclesiásticos, donde se recurre a un linchamiento sicológico).

Lo curioso es dilucidar el por qué alguien se encontraría con afecto a creer más en la maldad humana, la pederastia en este caso, en contra de otorgar el beneficio de la duda. Sentirse afecto a encontrar la culpa puede ser una antipatía por el sospechoso, o una decepción por la naturaleza humana, o un sentimiento de superioridad por no mostrarse “inocente” ante las circunstancias. Pero también puede ser un temor a no caer en el extremo opuesto, en donde efectivamente, en busca de una evidencia (a veces imposible), se caiga en posturas, inocentemente, “negligentes”.

Algo parecido sucede con la paranoia conspiracional (ya había reflexionado al respecto en relación a la influenza). Hay quien en todo ve "mano negra", es decir; siempre ve a una entidad que mal intencionada y encubierta, intenta ejercer un control de la situación. Por ejemplo, hay quien ve a una entidad oscura, ejerciendo un control y manipulación sobre la gente al comprar y usar una prenda con el texto y logo de una marca comercial.

Además, no estando conforme con la ansiedad que le podría producir su propia paranoia, debe contagiarla a los que inocentemente, no lo habían visto así, y se dejaban "manipular" felizmente, por estas fuerzas que "supuestamente" conspiran contra el ciudadano común.

Esta paranoia en las marcas deja ver emociones como podría ser la del complejo de inferioridad que obliga a desconfiar sistemáticamente de otros más conocidos y exitosos. O también, una excesiva necesidad por diferenciarse de los demás, mediante un sistemático rechazo al esquema más obvio, neutro o inocuo. Todo esto en detrimento de despojarse de prejuicios para aprovechar estrategias publicitarias en competencia de mercado, que le ofrecen modelos, calidades y precios variados.

Otro ejemplo parecido es relativo a la literatura de Gabriel García Márquez. Hay quien ve en su novela “Memorias de mis Putas Tristes” una apología de la pederastia. Lo cual resulta de un prejuicio por una fuerte emoción que les ha impedido ver que el amor es el tema central y no la patología pedófila. Y que la obra literaria como tal, es un reflejo de nuestra, triste, realidad.
Yo comprendo y comparto, que tales abominaciones como la pederastia y la pedofília, nos conmuevan en lo más hondo de nuestras emociones. Y sabemos que, desgraciadamente, en incontables ocasiones, desconfiando se acierta en la verdad. No obstante, la sospecha no es evidencia, y la emoción no la puede crear de la nada.

A uno de mis mejores y más entrañables amigos, le es prácticamente imposible dejar sus deseos, anhelos, intuiciones y demás emociones, fuera de su sistema de creencias. Por fortuna es artista, y no médico.
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