No hay nada mas cálido y confortable que el sentimiento de un amoroso dios, un más allá de nuestra muerte donde nos miran y esperan seres queridos, un premio póstumo fundado en el amor, una trascendencia de nuestra vida, un padre que nos escucha por las noches, nos mira en todo momento, nos quiere sin condición y en forma superlativa, sin importar quien eres, y tan solo porque eres tu.
¿Qué cosa podría ser mejor? Nada, no hay, no existe. Yo, como cualquiera desearía eso para mí, y los míos...[…]...leer más
…Lo es, como lo es también toda y cada una de las fantasías que vivimos todos cuando niños, religiosa o no. Cualquier mito, cuento de hadas, misterio, magia o ficción. En resumen, cualquier cosa sobrenatural. Estas son tan fuertemente atractivas, que además de la fe religiosa respectiva, se aferra aún en la vida adulta a través de creencias muy serias en teorías o rumores conspiratorios y esoterismos de cualquier índole. Incluyendo por supuesto a adultos ateos, laicos y agnósticos. Más raramente, científicos pero hay que concederle en cierta proporción. ¿Por qué es tan atractiva la fantasía, el mito y la ficción?
Ha de ser por muchas razones, entre ellas, es obvio que por el cálido, confortable y conveniente sentimiento de cobijo, premio póstumo y trascendencia. Otras veces, tan solo por placer imaginario, por diferenciación, por satisfacción creativa o inventiva, o simple rebelión, no lo sé. La fantasía es, casi por definición, un profundo deseo por experimentar como cierta una realidad imaginaria. Una simulación de realidad imaginaria en donde suelen involucrarse tanto los más profundos anhelos y deseos, como los más terribles temores y horrores; el placer de las aspiraciones heroicas y redentoras, como los angustiosos miedos y terribles facetas humanas.
Una diferencia muy grande es cuando una de estas fantasías se vive como cierta, a pesar de su invisible evidencia, como cuando somos niños y vivimos cientas de ellas, incluyendo las tradiciones navideñas y pascuas. Casi siempre, se condena a quien derrumba el mito que alegra los corazones infantiles.
Dentro del limitado rango en que conocemos la realidad, que se estira y contrae según puntos de vista que hacen de la realidad una cosa más concreta o más relativa, cabe la opción de vivir nuestras vidas más llenas o vacías de fantasía. Y también, más convencidos o menos convencidos de su real existencia. Es decir, uno puede amar la ciencia ficción, literatura fantástica y todo tipo de esoterismo, en la perfecta conciencia (o creencia) de su irrealidad (yo). O bien, abandonarse a la fe de todo mito viviendo en función de estos, en absoluta convicción de su realidad. Entre quizás, muchas variantes, se abren tres posibilidades:
Ha de ser por muchas razones, entre ellas, es obvio que por el cálido, confortable y conveniente sentimiento de cobijo, premio póstumo y trascendencia. Otras veces, tan solo por placer imaginario, por diferenciación, por satisfacción creativa o inventiva, o simple rebelión, no lo sé. La fantasía es, casi por definición, un profundo deseo por experimentar como cierta una realidad imaginaria. Una simulación de realidad imaginaria en donde suelen involucrarse tanto los más profundos anhelos y deseos, como los más terribles temores y horrores; el placer de las aspiraciones heroicas y redentoras, como los angustiosos miedos y terribles facetas humanas.
Una diferencia muy grande es cuando una de estas fantasías se vive como cierta, a pesar de su invisible evidencia, como cuando somos niños y vivimos cientas de ellas, incluyendo las tradiciones navideñas y pascuas. Casi siempre, se condena a quien derrumba el mito que alegra los corazones infantiles.
Dentro del limitado rango en que conocemos la realidad, que se estira y contrae según puntos de vista que hacen de la realidad una cosa más concreta o más relativa, cabe la opción de vivir nuestras vidas más llenas o vacías de fantasía. Y también, más convencidos o menos convencidos de su real existencia. Es decir, uno puede amar la ciencia ficción, literatura fantástica y todo tipo de esoterismo, en la perfecta conciencia (o creencia) de su irrealidad (yo). O bien, abandonarse a la fe de todo mito viviendo en función de estos, en absoluta convicción de su realidad. Entre quizás, muchas variantes, se abren tres posibilidades:
[...] más/moreVivir la vida en función de la verdad evidente, por mínima que esta sea (ciencia, como Carl Sagan).
Vivir la vida en función de una verdad anhelada (creencias y fe religiosa como Sergeeo y Edward Bloom de “El Gran Pez”, entre muchos a los que se les llama -fantasiosos, o idealistas en el mejor caso-) .
Vivir la vida en función a un proyecto imaginario, en perfecta conciencia de su irrealidad (como Jason Godesky y desde hoy; yo también)
1 comentario:
Woooooow me encantaron las fotos que le sacaste a tu hijo me hacen pensar en unos seres que provienen de otra dimensión o planeta dentro de estas esferas, seres como niños con la inocencia que caracteriza a un niño y con la alegría y el hambre por conocer y descubrir nuevos mundos, imagino unos seres con estas características pero que nunca envejecen que permanecen en este estado durante toda su vida.
Que ganas poder pertenecer a esta especie, me imagino poder permanecer en ese estado por siempre y dejarme de preocupar por tantas pendejadas .
“Juan pablo nuevo viajero del planeta tierra” se llamara la obra
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